Las bodegas han sido siempre espacios clave para la elaboración y almacenamiento del vino, así como para la conservación de herramientas de labranza. En Covas, nuestra bodega se encuentra separada de la casa principal, reflejando la riqueza y la importancia de la producción vinícola en la finca. Antes de entrar, encontramos la zona de antebodega, con bancos originalmente de piedra (ahora restaurados en madera). Este era un espacio de encuentro donde los dueños de la casa merendaban en verano y donde se reunían vecinos durante la vendimia, una actividad comunitaria que reflejaba el fuerte espíritu colectivo gallego. En la entrada, se pueden ver barriles antiguos para almacenar vino y una pequeña forja donde se trabajaba el metal. En este espacio, el metal se calentaba en las brasas, se moldeaba sobre el yunque (del cual solo queda la base de madera) y se enfriaba en agua para endurecerlo.
La bodega de Covas es mucho más que un lugar de almacenamiento; es un testimonio de tradición, historia y comunidad, un espacio donde el tiempo parece haberse detenido para conservar el alma de la Ribeira Sacra.
Frente a la fachada principal de la casa, la capilla de Covas se alza como un símbolo de su pasado espiritual. Su entrada está precedida por un majestuoso árbol de glicina, que cada primavera se llena de flores en tonos lila y rosa, creando un paisaje mágico y evocador.
Construida en el siglo XVIII, la capilla fue utilizada tanto por las familias que habitaron la casa como por los frailes mayores, quienes llegaban desde un monasterio de Ourense para retirarse en Covas. Aquí, dedicaban su tiempo a la oración y a la administración de los diezmos de las fincas vecinas. Con el tiempo, la finca-aldea fue creciendo y llegó a constituirse en una parroquia autosuficiente.
Actualmente, la capilla se encuentra en un proyecto de restauración para recuperar su esplendor original. Su presencia, junto con la serenidad del entorno, hace de Covas un lugar donde la paz y la historia se entrelazan en perfecta armonía.
En Covas se encuentra un puente romano que, con el paso de los siglos, ha resistido el tiempo como testigo de la historia del valle. Su estructura, imponente y funcional, permitió durante generaciones el paso de viajeros, comerciantes y habitantes de la zona, integrándose en el paisaje natural y en la vida cotidiana de la finca.
Uno de sus elementos más singulares y enigmáticos es la cruz medieval que lo preside, símbolo de protección y espiritualidad. En su base, se conservan inscripciones en latín de 1729, donde se menciona este valle como “el Paraíso de Covas”, un reflejo de la admiración y devoción que sus habitantes sentían por la riqueza natural y cultural del lugar.
Este puente no solo es una joya arquitectónica, sino un vínculo con el pasado, un recordatorio de la importancia de Covas como un enclave histórico en la Ribeira Sacra. Caminar sobre sus piedras es recorrer siglos de historia, en un entorno donde la tradición y la naturaleza se entrelazan en perfecta armonía.
Frente a la fachada de la casa, el huerto centenario de Covas se extiende por 2.000 m², un espacio que en su época fue considerado el mejor de la provincia de Lugo. Ubicado en una zona privilegiada del valle, donde el sol es aprovechado al máximo, este huerto fue diseñado por los frailes tras estudios minuciosos para asegurar cosechas excepcionales.
Hoy, este rincón sigue vivo, ofreciendo una experiencia única para quienes desean conectar con la tierra, la tradición agrícola y el ciclo natural de los cultivos. Su historia, ligada a la sabiduría ancestral y al respeto por la naturaleza, lo convierte en un símbolo del equilibrio entre el pasado, el presente y la sostenibilidad en Covas.
En Covas, los molinos hidráulicos fueron una pieza clave en la vida cotidiana del pueblo, proporcionando harina y otros productos esenciales a la comunidad. Movidos por la fuerza del agua del río Toldao, estos molinos transformaban el grano en alimento, asegurando el sustento de las familias que habitaban la zona. Además de su función productiva, los molinos eran lugares de encuentro, donde los vecinos compartían historias mientras esperaban su turno. Hoy, algunos de estos molinos han sido restaurados, permitiendo a los visitantes descubrir su mecanismo original y revivir la importancia que tuvieron en la historia de Covas.
Estos molinos no solo reflejan la ingeniosidad de tiempos pasados, sino también el espíritu de trabajo en comunidad que caracterizaba la vida rural en Galicia.
En Covas, el hórreo, la era y el pajar forman parte del valioso legado agrícola que ha perdurado a lo largo de los siglos, reflejando la vida y el trabajo en el campo gallego.
El Hórreo – Construido sobre pilares de piedra, servía para almacenar y proteger el grano y otros alimentos, manteniéndolos a salvo de la humedad y los animales. Es un símbolo del patrimonio rural gallego, reflejando la autosuficiencia de la finca.
La Era – Espacio abierto y soleado donde se realizaba la trilla del grano, separando el cereal de la paja. En el pasado, era un lugar de trabajo, pero también de encuentro y celebración durante las cosechas.
El Pajar – Utilizado para almacenar paja seca, fundamental para la alimentación del ganado y para la construcción. Su diseño y ubicación garantizaban una conservación óptima del forraje durante todo el año.
Estos tres elementos, esenciales en la vida rural de Galicia, siguen en pie en Covas como testigos de la historia, el esfuerzo y la conexión con la tierra que han marcado la identidad del lugar.